Mi visión ha cambiado,

cómo ha cambiado mi vida

Carmen León es mujer, mi mujer. Carmen es el gusto. Carmen es la agenda. Carmen es el orden. Y sobre todo, la culpable. Tiene la culpa de que Ernesto Naranjo -el fotógrafo de bodas-, tenga ese apellido comercial. Sin ella, nada de esta breve (y bella a la vez) trayectoria hubiera sido posible, porque es la que me hizo creer en mí, y eso es una de las cosas más bonitas que te pueden pasar en la vida.

Cuando la conciliación familiar nos lo permite, también es mi compañera en días de batalla, siendo la mejor videógrafa y asesora de estilo con la que nuestro equipo puede contar.

A principios de 2017 nos cambió la vida para siempre. Nació la alegría constante que ilumina cada día con su eterna sonrisa. A finales de 2018, llegó una guerrera para enseñarnos a batallar en el camino. Desde entonces, puedo decir que vivo como un rey: en un castillo, rodeado de mi reina y mis dos princesas: Fabiola y Victoria.

Ellas, mis chicas, me han cambiado. Soy de los que piensa, que todo está en constante evolución, y mi fotografía no podía ser menos. Si me paro a pensar, me doy cuenta de cómo ahora me fijo en cosas que antes me pasaban desapercibidas, y eso es un plus para mi forma de ver las cosas.

La influencia de mi editora laboral y de vida, Carmen, ha hecho que mis reportajes estén llenos de elegancia, delicadeza y esos pequeños grandes detalles que con tanto mimo preparáis las parejas.

Para mi, ser fotógrafo de boda es capturar una historia. Estoy orgulloso cuando cuento esa historia con mis fotos, de forma natural, pero siempre aportándole mi visión artística. Creo que nunca podría haber llegado a este objetivo -que tan sólo es un punto de partida-, si mi familia no me hubiera acompañado en el camino.

elegancia, delicadeza y pequeños grandes detalles. mi equipo no son cámaras y objetivos, eso sólo son herramientas de trabajo. Mi equipo es mi familia, y es el mejor equipo que puedo tener.